En el año 2018 la Asamblea General de las Naciones Unidas acordó que cada 20 de mayo se celebre el Día Mundial de las Abejas. El principal objetivo de esta declaración está en concienciar a los gobiernos y la sociedad civil sobre el importante papel que juegan las abejas en el desarrollo sostenible y, al mismo tiempo, sensibilizar sobre las amenazas a las que se enfrentan.
Según los datos de la Función Biodiversidad, casi el 35% de los polinizadores invertebrados -abejas y mariposas, principalmente- están en peligro de extinción a nivel mundial.
Ese descenso en el número de abejas supone un importante riesgo para la sostenibilidad. Hay que pensar que las abejas son las responsables de la polinización, se encargan de trasportar el polen de las parte masculina a la parte femenina de las plantas. Pero, no sólo ayudan a las flores. Según Greenpeace, el 75% de los alimentos que consumimos dependen de la polinización.
De su supervivencia, por tanto, depende el medio de vida de los seres humanos.
La responsabilidad de que las abejas estén en peligro de extinción está en los hombres. Las actividades humanas como los cambios en el uso de la tierra, las prácticas de agricultura intensiva, el uso de plaguicidas, la contaminación, etc. están acabando con ellas. A eso hay que sumar el cambio climático que amenaza su hábitat y, por tanto, su salud y desarrollo.
Según los expertos, la agricultura ecológica es una de las grandes herramientas para promover el mantenimiento de la población de abejas. La agricultura ecológica está libre de plaguicidas y pesticidas, que son los principales enemigos de los polinizadores. Además, con este método de producción se promueve la biodiversidad, la conservación del equilibrio ecológico y el mantenimiento del suelo y el clima.
Los ciudadanos de a pie también podemos poner nuestro pequeño granito de arena para contribuir a su supervivencia. Nuestra principal arma, una vez más es la dieta, que tiene que priorizar los vegetales de agricultura ecológica y de proximidad.
Las abejas nos proveen de un montón de productos muy apreciados (cera, miel, jalea real...). También nos dan propóleo que por su capacidad inmunoestimulante y su efecto antimicrobiano es un imprescindible del botiquín natural. El propóleo es una sustancia viscosa producida por las abejas al mezclar las resinas que cubren las yemas de los árboles, arbustos y plantas que están cerca de la colmena, con las secreciones de sus glándulas salivales. Las abejas lo utilizan para construir y proteger la colmena, endureciendo con él las celdas y tapando las grietas. De este modo, la mantienen cerrada y aséptica protegiéndola frente a bacterias y virus.
