Por norma general, en verano no cuidamos mucho de
nuestra alimentación, por no decir prácticamente nada. En vacaciones nos
relajamos y cambiamos por completo nuestros hábitos alimenticios.
Cuando el verano llega a su fin y empieza el otoño
retomamos nuestras actividades diarias: la vuelta al trabajo, ir a gimnasios o
practicar algún deporte, apuntarnos a cursillos, el retorno del cole de los
peques... En definitiva, después de las vacaciones todos necesitamos organizar
de nuevo nuestra vida y volver a la rutina cotidiana. Es ahí cuando nos paramos
a pensar en recuperar nuestra figura. Es un momento ideal para instaurar
nuestros nuevos hábitos, ya que dentro de una vida ordenada podemos realizar
una dieta equilibrada y mejorar nuestra salud o recuperar nuestro peso y
depurar nuestro organismo. Para ello te proponemos unas pautas.
Una dieta equilibrada puede variar de una persona a
otra dependiendo de su edad, metabolismo y ejercicio, así que puedes adaptar estas
pautas generales dependiendo de tus propias necesidades.
No te
saltes ninguna comida: come 5 veces al día (desayuno, almuerzo, comida,
merienda y cena). Saltarte una comida no hará que adelgaces. El desayuno es
fundamental para empezar el día lleno de vitalidad.
Variedad
en los alimentos: evitarás carencias nutricionales y problemas de
salud. Una dieta equilibrada debe estar compuesta por:
Hidrátate
bien: beber dos litros de agua al
día es fundamental para que el organismo realice sus funciones perfectamente. Puedes
tomarlos también en forma de caldos, sopas, infusiones o zumos naturales.
Cuidado
en la cocina: elimina los fritos y
rebozados. Cocina con la menor grasa posible (plancha, horno, vapor…).
Practica actividad física: realizar una hora de deporte (andar, montar en bici, correr…) nos ayuda a mantener nuestro peso y prevenir el sobrepeso, llevar una dieta sana y hábitos de vida saludables.
No hay que olvidar que con la llegada del mal tiempo, el frío y las lluvias también llegan los catarros o resfriados. La naturaleza nos ofrece alimentos de temporada ricos en energía, vitaminas y minerales que pueden convertirse en nuestros mejores aliados para afrontar estas nuevas condiciones.
El otoño
llega cargado de frutas como uvas, higos, manzanas, granadas, peras,
kiwi, membrillos, naranjas, pomelo, frutas del bosque (arándonos, moras,
grosellas) o verduras y hortalizas, como todo tipo de
coles, setas, puerros, tomates, acelgas, alcachofas, apio, berenjenas,
lombarda, rábanos, calabaza, borraja, escarola, espinaca, pimiento, zanahoria...
Todas ellas son ricas en fibra, sustancias antioxidantes, vitaminas (entre
ellas vitamina C) y minerales.
Y
además, para mantener fuerte tu sistema inmunológico no te olvides de:
Vitamina
C: ayuda a elevar las defensas naturales del organismo. Es ideal para
prevenir posibles catarros o resfriados o mejorar su evolución. Las
fuentes alimentarias más importantes son fresa, tomate crudo, perejil crudo,
naranja, limón, kiwi, pomelo, coliflor, pimiento, etc. Hay que consumirlas
crudas, ya que esta vitamina es muy sensible al calor.
Refuerzo
inmunitario: tener una adecuada flora intestinal con alimentos
ricos en prebióticos (vegetales y fruta que contienen fibra soluble) y
probióticos (alimentos fermentados que contienen bacterias beneficiosas, como
el chucrut, miso, tamari y yogur) que favorecen el
equilibrio de la flora intestinal habitual.
Plantas: entre
los productos naturales que nos ayudan a reforzar nuestro sistema inmune
contamos con la equinácea, el tomillo, el romero, el orégano o el propóleo,
entre otras.