Además de ser, como su nombre indica, una vitamina –un compuesto orgánico que actúa como un micronutriente cuya ingesta es necesaria-, la vitamina D se considera también una pro-hormona que se sintetiza en la piel por la exposición al sol. Posteriormente se transforma en el organismo, convirtiéndose en una verdadera hormona con acciones fisiológicas en el organismo.
La vitamina D existe en dos formas: la vitamina D2 o ergocalciferol, que se encuentra en plantas y en algunos hongos, y la vitamina D3 o colecalciferol, producida en algunos vertebrados y de forma natural en el cuerpo cuando la piel se expone al sol. La vitamina D es un compuesto liposoluble, es decir, es soluble en grasa y se almacena en tejido graso.
La exposición a la luz solar, puede representar hasta el 90% del aporte de vitamina D. Sólo entre el 5 y el 10% de la vitamina D se obtiene a través de alimentos que la contienen de forma natural, como los pescados azules (caballa, sardinas, atún, salmón), los lácteos, algunas setas, el aguacate y la yema de huevo, entre otros. Estos alimentos pueden ayudar a alcanzar los requerimientos diarios de vitamina D, pero por sí solos son una fuente insuficiente de vitamina D.
Aunque sólo es necesario exponer la piel al sol durante cinco o diez minutos dos o tres veces a la semana para obtener suficiente vitamina D, diversos estudios muestran que una parte de la población mundial tiene deficiencia de esta vitamina.
La cantidad de vitamina D que cada persona necesita es muy variable. Varios factores pueden influir en la cantidad que sintetizamos de forma natural:
Por varios de estos motivos en España, a pesar de que es un país con un gran número de horas de sol y relativamente cercano al ecuador, la falta de Vitamina D se acentúa cada día más en la población, lo que puede repercutir en la aparición de otros problemas de salud, entre los que se pueden encontrar osteoporosis, debilidad muscular, depresión y hasta riesgo de cáncer.
La deficiencia y la suplementación con vitamina D deben ser siempre supervisadas por un profesional de la salud, ya que es una vitamina que se almacena en el organismo, y que en caso de tener un exceso podría causar problemas de salud.
Aunque suele asociarse al mantenimiento de los huesos, tiene otras acciones muy importantes para el organismo, tanto a nivel óseo y muscular, como sobre el sistema inmunitario, la glucosa, la piel e incluso sobre el sistema nervioso central.
El mantenimiento del calcio y del fósforo en sangre dentro de un rango adecuado, es una de las funciones más importantes de la vitamina D, ya que se garantiza el crecimiento óseo, el mantenimiento de la densidad de los huesos, la correcta función muscular, la salud de los dientes y el funcionamiento del sistema nervioso. La vitamina D aumenta la absorción intestinal del calcio, su reabsorción en los riñones y, cuando sus niveles no son suficientes moviliza el que está almacenado en los huesos. La vitamina D también regula la absorción de fósforo en el organismo
Otras de las funciones para las que se está estudiando la implicación de la vitamina D son:
Además, se están estudiando los posibles beneficios de la vitamina D sobre el cáncer, debido a su papel sobre la diferenciación y la proliferación celular, en el sobrepeso y en la infertilidad, tanto femenina como masculina.
Por todo ello, una exposición moderada al sol, recordando siempre que es necesario protegerse de forma adecuada para evitar su daño, y una alimentación sana y equilibrada, en la que se incluyan alimentos ricos en vitamina D, nos ayudarán a mantener unos correctos niveles de esta vitamina en nuestro organismo